martes, 18 de agosto de 2009

Evocación ardiente


Observo cómo me transforma tu ausencia:
Ahora mi cuello es zona de guerra, tierra muerta,
salvo cuando revivo tu aliento en él.
Mis oídos no consiguen descodificar
los sonidos que me rodean:
vuelven a reproducir, una y otra vez,
obsesivamente,
el ronco murmullo
de tu voz entre las sábanas.
Me adormezco y una violenta sacudida
me arranca del sopor:
tu aroma,
verdad entre las verdades,
único,
me hace evocar tu cuerpo en lucha con el mío.
Extiendo los brazos:
mis manos buscan
tu piel
suave y húmeda;
tu boca,
el sabor de tus besos,
largos e intensos.
Te sueño:
potente, dominante,
amo dulce;
tu imagen quema mi retina;

Te aproximas:
me estremezco
cuando tus dedos
recorren mis piernas;
me doblego.
Tus labios acarician mi vientre:
mi avaricia ya no tiene término;
solo soy ansia de ti.
Te siento dentro de mí.
Me arrastras lejos del mundo,
pierdo la noción del tiempo y del espacio,
pierdo la noción de los límites de mi piel.


© Magdalena Albero 2009

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