Observo cómo me transforma tu ausencia:
Ahora mi cuello es zona de guerra, tierra muerta,
salvo cuando revivo tu aliento en él.
salvo cuando revivo tu aliento en él.
Mis oídos no consiguen descodificar
los sonidos que me rodean:
los sonidos que me rodean:
vuelven a reproducir, una y otra vez,
obsesivamente,
el ronco murmullo
obsesivamente,
el ronco murmullo
de tu voz entre las sábanas.
Me adormezco y una violenta sacudida
me arranca del sopor:
tu aroma,
me arranca del sopor:
tu aroma,
verdad entre las verdades,
único,
me hace evocar tu cuerpo en lucha con el mío.
Extiendo los brazos:
mis manos buscan
tu piel
suave y húmeda;
tu boca,
el sabor de tus besos,
largos e intensos.
largos e intensos.
Te sueño:
potente, dominante,
potente, dominante,
amo dulce;
tu imagen quema mi retina;
Te aproximas:
me estremezco
cuando tus dedos
recorren mis piernas;
me doblego.
Tus labios acarician mi vientre:
mi avaricia ya no tiene término;
solo soy ansia de ti.
mi avaricia ya no tiene término;
solo soy ansia de ti.
Te siento dentro de mí.
Me arrastras lejos del mundo,
pierdo la noción del tiempo y del espacio,
pierdo la noción de los límites de mi piel.
pierdo la noción de los límites de mi piel.
© Magdalena Albero 2009
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