Déjame quererte
y no digas nada;
inventaré el significado de tu silencio
para soñar que somos una única alma.
Déjame acariciarte,
pero no me respondas;
no quiero que tus manos me revelen
que contestan al reclamo de otra piel.
Déjame besarte, sin que me mires,
que temo descubrir en tus ojos
la nimiedad de lo que tú llamas querer.
Déjame tenerte así:
callado, quieto, ausente,
sin ningún gesto que te delate,
a merced de mi imaginación.
Quizás,
entonces,
también yo llegue a creer
que vivimos un gran amor.
© Magdalena Albero
Sublimación
Hace 15 años
Me encantó esta actualidad de sentimientos (los míos) y tu poesía. Sigo leyéndote y complaciéndome.
ResponderEliminarDaniel
Me complace la coincidencia.
ResponderEliminarUn placer recibirte, Daniel