sábado, 15 de agosto de 2009

Un pequeño error

Desde nuestra primera cita, los sms se convirtieron en un aliado imprescindible para nosotros. Los viajes y las reuniones a las que constantemente debíamos asistir nos impedían vernos e, incluso, mantener una conversación telefónica la mayor parte de los días laborables.

Procurábamos escaparnos los fines de semana. Buscábamos un lugar alejado de los obstáculos cotidianos y, como poseídos, nos entregábamos el uno al otro.

El regreso cada lunes a la vida real se iba haciendo más difícil con el paso del tiempo.

- Ya estoy echándote de menos, y aún estás conmigo.

Al oírlo, se me inundaron los ojos de lágrimas.

Aquella despedida estaba resultando especialmente dolorosa. Durante tres largas semanas no podríamos vernos, y yo no conseguía reunir fuerzas para dejar de besarle, coger mi bolsa de viaje y salir del coche.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que, sin saber cómo, me vi en el ascensor, camino de mi apartamento. Zumbaba en mis oídos su voz entrecortada por la emoción:

-Te quiero. Lejos de ti no hago más que contar las horas que faltan para tenerte entre mis brazos.

Estaba ya en casa, soñando aún con los ojos abiertos, cuando llegó su sms:

“Ma cherie, 4 heures pour te prendre dans mes bras...”

Pasaron minutos antes de que lograra comprender.

Esa noche él viajaba a París.

Había sufrido un error al seleccionar el destinatario.


© Soledad

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